jueves, 5 de diciembre de 2013

Debería rendirme o simplemente continuar mi camino, aunque este no lleve a ninguna parte.

Dejé muchos brindis a medias por miedo a que con el choque de las copas se rompiera el cristal. Inmovilicé mis manos mil veces, cuando hiciste amago de acercarte, por miedo a espantarte con movimientos bruscos. Quería hablar y conseguí abrir mi boca, pero las palabras no salieron. Bailé con el descontrol con una radio apagada. Nunca tuve compañía. Nunca me dejé a mí misma. Me convertí en mujer pero no del todo, me quedé con los ojos de una niña. Todo a medias. Me encogí. Me subestimé. No deshice toda la margarita por miedo a que el pétalo final fuese un no para mí.
Pero en mis margaritas, todos los pétalos son un sí, para ti.